Al crecer y formarte como deportista, en algún lugar dentro del atleta en el que te conviertes, tras las horas de práctica y los entrenadores que te han motivado a ser mejor, aún está ese niño que hizo suyo el sueño de ser el mejor tenista sin mirar atrás y él es una de las más grandes motivaciones que puedo tener.
Recordé mis inicios en el Club Campestre de Pereira después de un emotivo encuentro con mi primer maestro de tenis: Pedro Hernández, mi mentor durante mis primeros años en el tenis. Fue con él con quien logré ser número 1 juvenil de Colombia y Suramérica en las categorías sub 14 y sub 16.
En un principio mi madre me hizo probar varios deportes: natación, equitación, golf, e incluso baile y piano, sin embargo, mi afición por el tenis se definió al conocer a Pedro. Él, es un ícono deportivo en el desarrollo de los tenistas en Pereira, fue entrenador también de mi querida amiga Catalina Castaño y de mi hermana Carmiña, entre otros muchos talentos que fueron guiados por él en sus inicios.
Fue un encuentro muy emotivo, breve e inesperado. Llevo conmigo sus enseñanzas, en cada partido y en mi vida diaria. Creo que los entrenadores no sólo te enseñan a usar la técnica del deporte o conocerte como deportista y desarrollar tus capacidades. Los maestros forjan tu espíritu y tu carácter para hacerte una mejor persona y así también un buen deportista. Sin embargo en el camino recorrido a veces olvidamos a quienes nos hacen llegar a donde estamos, quienes nos han acompañado.
Fue una gran emoción verte querido Peter.
