Con la alegría del buen papel realizado en la Copa Davis, llegué a Houston, una ciudad en el estado de Texas, Estados Unidos, que me transportó de inmediato a las historias de los Westerns y me sentí como uno de sus protagonistas.
En este paisaje de película, completé mi quinta semifinal en el circuito profesional, en el ATP 250 de Houston, el único de esta categoría que se juega sobre polvo de ladrillo en este país y que tiene más de 100 años de historia, fundado en el año de la Independencia de Colombia, 1810.
Allí, armado con mi raqueta, me sentí muy bien en la cancha, con mucha confianza, soltura y agresividad. En cuartos me enfrenté con mi amigo Alejandro González y antes le había ganado a Tommy Robredo, segundo preclasificado. En la semifinal caí ante el español Fernando Verdasco, en el primer encuentro entre ambos. Esta actuación recarga mi autoestima y afirma el pensamiento de seguir trabajando con mayor fuerza.
En el juego con “Gonzo” nos enteramos que el expresidente George Busch padre, uno de los personajes públicos más importantes de la historia de los Estados Unidos y fanático del tenis, estaba en la tribuna viéndonos jugar. Ante un momento de este calibre, aprovechamos para tomarnos unas fotos con él, una anécdota para la posteridad, como esas con las que te topas a veces en esta sorprendente profesión.
En la Houston de hoy quedan pocos cowboys pero una gran población multicultural proveniente de muchos lugares de fuera de Estados Unidos. En esta, la ciudad más poblada de Texas, se respira un ambiente cultural muy interesante, que se siente sobretodo en el Houston Museum District, una zona que reúne a once importantes museos en torno a una gran zona verde y es el destino favorito de millones de personas que visitan Houston cada año. Es increíble pasear por una ciudad que cuenta con tantas zonas verdes!
Ahora viajo a Bolletieri, en donde estaré trabajando un par de semanas en mi puesta a punto para llegar a la gira en arcilla de Europa que le abre el telón a Roland Garros, el segundo grand de este año. El que más me gusta jugar. ¡Allá vamos!
Texto: Pablo de Narvaez